miércoles, 21 de septiembre de 2011

Caídas pendejas

-A tu mamá la atropelló una moto
-Quéeeeee????
-La moto iba empujada
-Ahhhhh????
-Y además estaba varada
-Noooooooo

Y así fue como recibí la noticia del último accidente que tuvo mi mamá.



Resulta que ella estaba parada junto a mi abuelo y una de mis tías, cuando una moto que venía apagada y estaba siendo empujada por su dueño fue arrojada hacia un lado por una camioneta que pasó a toda y prácticamente la mandó hacia donde estaba mi familia.

Mi mamá trató de esquivarla, pero también trataba de cubrir a mi abuelo para que no lo fuera a golpear. El resultado final: moñona! La moto tumbó al motociclista, quien empujó  a mi mamá, quien tumbó a mi tía y se llevó a mi abuelo al piso. El diagnóstico: hematomas y un ataque de risa que todavía les da a todos cuando cuentan la historia. Afortunadamente el percance no pasó a mayores y ahora todo hace parte del repertorio de ‘caídas pendejas’ de mi familia.

II
Otro día, unos años antes de la ‘atropellada’, mi mamá llegó a la casa con las rodillas raspadas. Cuando le preguntamos qué le había pasado, la risa no nos dejaba terminar de escucharla, pues para variar, su accidente había sido tan absurdo que daba rabia.

Resulta que ella estaba parada en alguna parte del parque de Candelaria (Valle), cuando un loco empezó a perseguir a un perro y a amenazarlo con un palo. El perro, que no era bobo, decidió huir del lado del loco y salió corriendo, se metió entre las piernas de mi mamá, la enredó y la hizo caer de rodillas delante de muchos de sus alumnos y padres de familia. Luego de la preocupación de quienes vieron la caída y de la rabia de mi mamá, la risa –para variar- no se hizo esperar, y creo que todos aún recuerdan a la profesora que fue tumbada por un perro en el parque.

III
Mi mamá no es torpe, sólo le pasan cosas extrañas como a mí, a mi tía Olga y a muchos otros miembros de la familia que supongo no quieren ser nombrados. Aquí otra historia:

Un domingo en la mañana salió Olga a la ciclovía, muy animada porque iba a hacer ejercicio. En un tramo de la ciclovía, en la Tercera Norte, había un grupo de personas lanzándose por las rampas en patines y bicicletas. Como mi tía vio que la gente se deslizaba tan fácil, ella quiso hacer lo mismo, pero cuando ya estaba arriba vio que la altura estaba más allá de lo que imaginaba y como no quería hacer el ‘oso’ tirándose por la rampa para luego estampillarse contra el piso, decidió bajarse por la misma parte donde se había subido.

Sin embargo, los pies se le enredaron en la bicicleta y sucedió lo que ella tanto estaba evitando: cayó al piso con bicicleta y todo, lo peor es que no fue por la rampa sino por un ladito. Mi tía se levantó adolorida y los ayudantes la pararon preocupados por semejante totazo. La vaina no fue grave, sólo le dejó algunos morados, el ego golpeado y una historia más para mi blog.

IV
Desde hace muchos años me burlaba de una prima porque se cayó de una bicicleta estática, le decía que cómo podía ser posible ser tan lento y caer para adelante en algo que no tiene ruedas. Pero como dicen que todo en la vida se devuelve, bueno o malo, mi ‘karma burletero’ llegó en el 2010.

Cuando estaba toda aficionada haciendo ejercicio en mi elíptica (ahora sólo sirve para colgar la toalla) y tenía buen estado físico, me dio por acelerar el ritmo y subir y bajar más rápido de lo que estaba acostumbrada. El problema es que estaba bajo efectos de los antialérgicos por culpa de una laringitis aguda y me sentía como adormilada, sumado al hecho de que mi coordinación está bajo el límite de lo aceptable.

Luego de un rato de subir y bajar las piernas, moviendo los brazos hacia adelante y hacia atrás, se me olvidó qué brazo debía mover con qué pierna y ZÚACATE, me reventé la boca con una de las palancas. La sangre que me salió fue muy poca, pero la hinchazón en mi boca demostró que el golpe fue duro. Es por eso, por mi seguridad, que intento no hacer ejercicios que atenten contra mi vida y la de quienes están a mi alrededor.

Realmente la lista de caídas pendejas es bien larga, así que si ustedes tienen alguna anécdota para hacernos reír un poco, no duden en dejar su comentario acá abajo, yo los leo toditicos!

9 comentarios:

Anónimo dijo...

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Anónimo dijo...

Yo no estoy en el gremio de las caidas pendejas de la familia, pero ahí va un accidente en moto con mi amigo Sergio en plena septima, la calle que está atrás de la Rusvelt. Veníamos cansados de una capacitación de dirigentes Scout,Sergio pitaba y pitaba y yo no sabía por qué. Cuando sentí que salí volando y me recibió el andén, por suerte llevaba el casco bien puesto y Sergio muy despacio tratando de esquivar a un viejito que se atravesó esa calle tan amplia y con tanto tráfico. Afortunadamente sólo fueron raspones para los tres implicados: el viejito que luego nos dimos que era SORDO y se había escapado de la casa (cualquier parecido con la realidad) y piloto y copiloto: Sergio y yo terminamos en el hospital llevando en ambulancia al viejito y luego fuimos a la Clínica Versalles a que nos examinaran y nos aplicaran la respectiva antitetánica. El resto de la historia que tuve que inventar en la casa para que no se dieran cuenta que me había accidentado en la moto con Sergio tú la sabes, esa la cuentas tú. Un abrazo y no se demore tanto en escribir. Tu tía Esther.

FABRICIO dijo...

Prima, me encanta leer tus escritos, te mando miles de besos y sigue escribiendo que tienes un admirador al que pones a reir con tus anecdotas

Carolina Ruiz dijo...

Aunque en las últimas semanas he tenido una caída y un tropezón en las escaleras, no soy de apellido 'tapete' como dice una de nuestras compañeras. Sin embargo, hace unos seis meses fui atacada por mi colchón.
Acomodando unas tablas del centro, puse el armatoste contra la pared y cuando me encontraba de espalda sentí algo encima... como pude di media vuelta pero alcancé a golpearme en una pierna y me salió tremendo huevo con su respectivo morado... creo que nunca he soltado un madrazo como el de ese día.

Jholany Ávila dijo...

Me gusta, me gusta! Espero el próximo :) Jholy

Unknown dijo...

Yo también quiero más entradas al blog...

Cómo yo si soy torpe y lo admito, una vez bajaba las escaleras al garaje con una mesa que no cupo por la puerta, pegó en el marco me empujó hacia atrás y me hizo caer de espaldas sobre los escalones con la dignidad y las nachas vueltas trizas.
De milagro no me rrrrrrrrrommmmmmpí la cabeza con esos escalones.

Unknown dijo...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
Unknown dijo...

Las mías siempre han sido caídas pendejas, sobre todo porque la mayoría de ocasiones camino con el cuerpo en la tierra y la mente en la nebulosa. Te cuento que más de una ocasión he tropezado con las alcantarillas, pero lo más particular del asunto es que la pierna derecha es la que siempre entra, la izquierda la que sostiene el cuerpo y los brazos quedan levantados y listos para pedir ayuda. Además, reacciono mil minutos después de estar en el hueco y cuando el dolor empieza a hacer de las suyas. Abrazos miles. Me gustó mucho tu post.

mona figue dijo...

Hablando de caídas pendejas, yo tengo como seis, cinco mias y una de Paulis. Empezaré por la de la gordita, que por cierto fue la única gracias a Dios. Yo la estaba visitiendo cuando tenia 2 añitos y mientras bajé por una camiseta para ponerle, ella muy comedida quiso ayudarme con la vestida y metió las dos piernitas en una sola manga y zuácate, pa'l suelo, resultado: Corra para la clínica versalles y cuatro puntos en la cabeza.

Una de las caidas mías fue cuando tenia cinco años en Pasto. Después de una fiesta en la casa y luego de haberme chupado con los dedos cada concho de sabajón que los amigos de mi papá habian dejado en sus copas, mi cabeza daba vueltas cual trompo sarandengue, pero nadie se había dado por enterado, entonces cuando mi mamá me hizo orinar en la vasenilla para empijamarme,me regañó porque no me dejaba vestir y me movía de lado a lado en la cama donde me tenía parada,ella que se voltea para coger la pijama y yo que clavé casi que un clavado olímpico dentro de la vasenilla llena.